sábado, 25 de septiembre de 2010

La niñera Hippy

Una pareja que iba a salir una noche no pudo localizar a su niñera habitual. Entonces llamaron a un conocido para que le consiguiera otra chica que pudiera quedarse con el niño. Cuando apareció se quedaron un tanto sorprendidos, porque iba vestida de hippy y tenia una mirada algo perdida. Pero, de todas maneras, le dieron instrucciones sobre los cuidados del bebé y se fueron.
A lo largo de la noche la madre llamo a la casa para ver como iban las cosas y la chica hippy dijo: "Ah, estupendamente. Acabo de meter el pavo en el horno". La cuestión era que no tenían ningún pavo y no sabian de que estaba hablando, así que decidieron volver a casa enseguida. Al llegar a casa les vino cierto olor a hornead, corrieron a la cocina y miraron en el horno. La niñera había metido al bebe en el horno y lo había asado!!!!!!! Había tomado LSD y estaba completamente flipada.
- Versión típica norteamericana de finales de los años sesenta -

Despues de mucho.....

hola a los que me leen ( nadie ) despues de mucho me dio por escribir.
JAH BLESS

viernes, 4 de diciembre de 2009

La mascota mexicana

Una pareja de Nueva York esta de vacaciones en Florida. Un día alquilan un barco para salir de pesca por la bahía. A lo lejos ven algo que se agita sobre las olas y, a medida que se va acercando, descubren que es un perrito con aspecto patético, aferrado a un trozo de madera a la deriva. La pobre criatura esta temblando y, evidentemente, muerta de miedo. Gime y chilla lastimeramente mientras lo pescan y lo sube al bote.
La pareja se lleva al perrito a casa, lo alimentan y ponen un anuncio en el periódico local: "Encontrado perro pequeño, marrón oscuro con cola larga. Sin collar." Pero nadie responde al anuncio y cuando regresan a Nueva York se lo llevan consigo.
Dos días después, cuando llegan a casa del trabajo, se encuentran con que la nueva mascota se ha peleado con el gato, le ha mordido y le ha dejado la piel en muy mal estado (en algunas versiones lo ha matado y se lo ha comido parcialmente). Se llevan a los dos animales (o solo al superviviente) al veterinario, que observa detenidamente a la nueva mascota y les pregunta:
-Han oído ladrar a este perro alguna vez?
-No -reconocen, nunca ladra; solo suelta una especie de chillido.
-Eso es -explica el veterinario- porque no es un perro. Es una rata de Haiti!
(En otras versiones el veterinario mata a la mascota inmediatamente y luego explica lo que era en realidad.)
-Esta pequeña parábola, con sus evidentes referencias a los refugiados ilegales que llegan de Haiti a la costa de Florida, empezó a circular a principios de la década de 1990-

El mecanico desabrochado

Un matrimonio del oeste llego con su auto al centro comercial de Rockhampton y, un vez en el aparcamiento, tuvieron una avería. El marido le dijo a la mujer que fuera a hacer las compras mientras el se quedaba arreglándola.
La mujer regreso al cabo de un rato y se encontró con un pequeño grupo de mirones alrededor del auto. Al acercarse vio un par de piernas masculinas que salían de debajo del chasis. Aunque el hombre llevaba pantalones cortos, la falta de ropa interior había convertido sus partes intimas en partes ostentosamente publicas.
Incapaz de soportar el bochorno, la mujer se acerco decidida y se lo metió todo en su sitio. Al volver a enderezarse miro al otro lado del capo y se encontró con la mirada de su marido. Al mecánico le tuvieron que dar tres puntos en la cabeza.
-"Hechos reales" de National Lampoon, publicado en agosto de 1988-

jueves, 3 de diciembre de 2009

El pedo en la oscuridad

Había una vez un hombre que sentía una pasión desmedida por las alubias estofadas. Le encantaban, pero siempre le producían unas enormes flatulencias inmediatas. Un día, conoció a una chica y se enamoro de ella. Cuando estuvo claro que pronto se casarían, pensó: "Es una chica tan dulce y delicada que nunca soportaría este comportamiento." Así que hizo un supremo sacrificio y dejo de comer alubias. Poco después se casaron.
Unos meses mas tarde se le estropeo el auto mientras volvía del trabajo y, como vivían en el campo, llamo a su mujer y le dijo que llegaría un poco tarde, ya que tendría que ir caminando. Por el camino paso cerca de un café y le llego un abrumador aroma a alubias estofadas, pensó que podría liberarse de sus tremendos efectos antes de llegar a casa y se detuvo en el café. Antes de volver a la carretera se comió tres raciones dobles de alubias estofadas.
Durante todo el camino a casa fue tirándose pedos y, al llegar, se sintió razonablemente seguro de que había soltado hasta el ultimo gas. Su mujer parecía agitada y nerviosa y exclamo, encantada: "Cariño, esta noche te he preparado una deliciosa sorpresa para cenar." Entonces le vendo los ojos y lo condujo a su silla en la cabecera de la mesa. Se sentó y, justo cuando iba a quitarle la venda de los ojos, sonó el teléfono. Ella le hizo prometer que no se quitaría la venda hasta que volviera y se fue a contestar la llamada.
Aprovechando la oportunidad, basculo sobre una pierna y se tiro un pedo. No solo fue sonoro, sino apestoso como huevos podridos. Cogió la servilleta de su regazo y abanico vigorosamente el aire de su alrededor. Las cosas ya se habían normalizado cuando sintió que una nueva urgencia le acuciaba, así que se ahueco en la otra dirección y soltó otro pedo. Este fue de campeonato. Siguió así otros diez minutos, mientras escuchaba la conversacion que tenia lugar en el vestíbulo, hasta que las despedidas al teléfono le señalaron el final de su libertad. Se coloco la servilleta en el regazo y cruzo los brazos, sonriendo satisfecho, y cuando su mujer regreso disculpandose por haber tardado tanto, era la viva imagen de la inocencia.
Le pregunto si había espiado y el, naturalmente, le aseguro que no. En ese momento ella le quito la venda de los ojos y vio su sorpresa: sentados a la esa estaban los doce invitados a su cena de cumpleaños.
-Leyenda que gano cierto respeto cuando Carson McCullers la incluyo en su novela de 1940 "El corazón es un cazador solitario"-

Los humanos tambien sabemos lamer

Una chica fue a cuidar a los tres niños de sus vecinos. Antes de irse, la madre le dijo que cerrara bien todas las puertas y que tuviera al perro de la familia cerca todo el tiempo que ellos estuvieran fuera. El perro la protegería y le lamería la mano desde su escondite habitual de detrás del sofá. La niñera acostó a los tres niños, fue a la cocina por algo de comer y regreso al salón a ver la tele. Entonces vio que la puerta de la cocina estaba abierta, y se asusto porque creía que la madre de los niños la había dejado cerrada con llave. No parecía haber nada raro, así que volvió al salón a esperar que llegaran los padres. Entonces sonó el teléfono. Una voz de hombre dijo: "sera mejor que vayas a ver a los niños." Ella pensó que era una broma telefónica, pero comprobo si el perro guardián seguía en su sitio. Y allí estaba. La llamada se repitió tres veces mas y al final decidió subir a ver como estaban los niños. Al llegar al piso de arriba se encontró con los tres niños descuartizados, el perro masacrado y, junto a ellos, un hacha ensangrentada. Cuando bajo corriendo las escaleras para avisar a la policía se encontró las palabras "Los humanos tambien sabemos lamer" escritas con sangre sobre el cristal de la mesa de centro, delante del sofá. Era el asesino quien le había estado lamiendo la mano desde el momento en que fue a la cocina por algo de comer.
-Narrado por una chica de catorce años durante una entrevista que le hizo un alumno de la Universidad Estatal de Utah para una clase de folklore en 1984-

Leyenda Urbana

Las leyendas urbanas (LUs) son historias verídicas demasiado buenas para ser ciertas. Estas fabulas populares describen hechos supuestamente reales (si bien extraños) que le han ocurrido a un amigo de un amigo. Y generalmente las cuentan personas fiables con un estilo creíble, porque ellas creen que son ciertas.
Los escenarios y hechos de las LUs son realistas y reconocibles (hogares, oficinas, hoteles, centros comerciales, carreteras, etc.) y los seres humanos que las protagonizan son personas muy normales. Sin embargo, los incidentes raros, cómicos o aterradores que les acontecen van un paso mas allá de lo creíble.
"El fabuloso libro de las leyendas urbanas: Demasiado buenas para ser ciertas" - Jan Harold Brunvand.